HomeNoticiasFundaciónJulio Sánchez: «La tesis fundamental es el amor profundo que existía en la familia Negrín»

Julio Sánchez: «La tesis fundamental es el amor profundo que existía en la familia Negrín»

Pie de foto: Julio Sánchez, durante la lectura de su escrito; a su lado, José Medina.

 

A continuación se reproduce de forma íntegra el texto leído por el sacerdote e investigador Julio Sánchez Rodríguez el 3 de febrero de 2016 en la Fundación Juan Negrín, con motivo de la presentacón de su libro “El Padre Heriberto Negrín y su familia”.

 

Señora Doña Carmen Negrín, presidenta de Honor de la Fundación Juan Negrín. señor don José Medina Jiménez, presidente de la Fundación Juan Negrín, apreciado padre Pedro Fuertes. Estimado señor obispo, señoras y señores, amigos todos.

 

Ciertamente, este libro ha nacido como el niño no esperado. Siempre he defendido que la historia debe escribirse transcurridos, al menos, cien años, de los hechos acontecidos. La distancia en el tiempo avalan la objetividad y nos eximen de los prejuicios y de los sentimientos y resentimientos. Por ello, siempre me he sentido a gusto investigando en los siglos pasados y sobre ellos he publicado la mayor parte de mis libros. Pero este libro del Padre Heriberto ha sido una excepción. Cuando don José Medina me mostró la correspondencia de la familia Negrín, centrada en Heriberto, el hermano menor, y los manuscritos de cinco de sus sermones, quedé gratamente sorprendido. Decidí leer detenidamente la documentación y me convencí que sería de utilidad e interés preparar una publicación. A ella se unieron los documentos relacionados con el período de noviciado, formación y ordenación sacerdotal del Padre Heriberto que me enviaron desde la Curia Provincial de Bética de la Congregación Claretiana, con sede en Sevilla. Tengo que citar especialmente a los padres Gabriel Miguélez y  José María Carrasco, secretario provincial, por su generosa colaboración.

 

Fui consciente de que el libro podría ser polémico, porque aún siguen ardiendo rescoldos de la época de la República, de la Guerra Civil y del Franquismo. A pesar de todo, he procurado obviar la dicursión política y atenerme a las relaciones humanas de la familia Negrín. En el libro hay una tesis fundamental que se extiende a través de sus páginas: El amor profundo que existía entre todos los miembros de la familia Negrín. Afirmo yo que “ni la política, ni la religión, ni las ideologías, ni la guerra civil, ni el exilio, rompieron aquellos vínculos cordiales y amorosos familiares”. Es un hermoso testimonio, que incluso en nuestros días tendríamos que valorar e imitar. Ya el padre Fuertes ha hablado magistralmente sobre este tema.

 

Para ser sincero, he de  reconocer que la redacción de este libro me ha causado  mucha tristeza. Me hizo recordar el libro de poemas de León Felipe “Español del éxodo y del llanto”, publicado en 1939, y que yo leía siendo estudiante de teología en Salamanca en los años sesenta del pasado siglo. Aquellos lacerantes versos:

 

“Españoles: el llanto es nuestro y la tragedia tambien, como el agua y el trueno de las nubes.

Se ha muerto un pueblo, pero no se ha muerto el hombre. Porque aún existe el llanto, el hombre está aquí de pie…

Españoles, españoles del éxodo y del llanto: levantad la cabeza y no me miréis con ceño, porque yo no soy el que canta la destrucción, sino la esperanza”.

 

Y en la Elegía Española “el Hacha”, canta el poeta: “En España no hay bandos, en esta tierra no hay bandos, en esta tierra maldita no hay bandos. No hay más que un hacha amarilla que ha afilado el rencor. Un hacha que cae siempre, siempre, siempre implacable y sin descanso sobre cualquier humilde ligazón: sobre dos plegarias que se funden, sobre dos herramientas que se enlazan, sobre dos manos que se estrechan…Aquí no hay bandos, aquí no hay bandos, ni rojos, ni blancos, ni egregios, ni plebeyos, ni plebeyos…España, en esta casa tuya no hay bandos.”

 

Si toda guerra es terrible, más lo es si la guerra es civil, enfrentando entre sí a los hijos de la misma patria. El exilio fue un destierro inhumano y cruel para la familia Negrín, padeciendo desazón, angustia y penurias. Heriberto, no obstante, supo soportar con entereza y buen humor aquella situación, como me manifestó doña Carmen. En aquel destierro fallecieron mamá Dolores, su hermana Sinforosa y su tres hijos, Juan, Lolita y Heriberto. 

 

La transcripción y estudio de los sermones de Heriberto, me causaron sorpresa y satisfacción. El año pasado transcribí y publiqué once sermones de José de Viera y Clavijo, con comentarios previos, los primeros que han salido a la luz pública de nuestro historiador y arcediano.  Entre unos y otros hay evidentes diferencias. Los de Viera se predicaron en el periodo de la Ilustración, movimiento que cambió la tradicional oratoria eclesiástica, retórica y con escaso contenido bíblico y teológico. La Ilustración rechaza las supersticiones y la vana religión. Mientras que los sermones de Heriberto Negrín se contextualizan en la época de la restauración, en la que se vuelve a promover la recepción frecuente de los sacramentos y la religiosidad popular.   Los sermones del padre Heriberto son literariamente bellos por sus metáforas y alegorías, y por su erudición. Predominan las citas bíblicas y de los Santos Padres. Son diversos los géneros literarios que utiliza, según el tema y el auditorio: la apologética, la catéquetica o la espiritualidad más profunda. El sermón a las señoras de la Beneficiencia en el hospital de San Martín el 3 de enero de 1930, es más bien una conferencia a la que asistió el obispo Serra Sucarrats. Esta asociación benéfica tenía como finalidad recaudar fondos para pagar a las nodrizas que amamantaban a los niños de la Casa Cuna. La había fundado en 1871 doña  Rosa de Quintana y Llarena, bajo el patrocinio de la Real Sociedad Económica de Amigos del País. El discurso del padre Heriberto es un canto al valor de la mujer a través de la historia, desde las vírgenes mártires de la época romana hasta Concepción Arenal, fundadora en el siglo XIX de la Cruz Roja española durante la guerra carlista. Heriberto afirma que no se propone destacar lo que la Iglesia ha hecho por las mujeres, sino lo que las mujeres han hecho por la Iglesia.  Sin duda, el padre Heriberto fue uno de los más eminentes oradores grancanarios de los años veinte y treinta del siglo XX.

 

Gracias padre Fuertes por haber aceptado presentar este libro y te felicito por tu brillante exposición. Tu eres buen conocedor y amigo de la familia Negrín y sobre ella hemos tenido muchas horas de conversación. Gracias a Don José Medina que me ofreció toda la documentación a su alcance. Gracias a Susana por su colaboración y servicialidad en los trabajos de informática. Es justo también citar a los archivos Diocesano, San Juan Bautista y San Gregorio de Telde, San Mateo, Agüimes y Tejeda, gracias a los cuales hemos podido elaborar el árbol genealógico de la familia Negrín López, con la colaboración de los investigadores Miguel Rodríguez Díaz de Quintana, Pedro Suárez Hernández, que pacientemente ha recopilado todas las partidas eclesiásticas de la familia Negrín conservadas en los archivos de Telde, y Rafael Rodríguez de Castro, estudioso del archivo de la parroquia de Agüimes. En los apéndices se publican todas las partidas sacramentales, bautizos y matrimonios, de la familia Negrín. En el ámbito de ilustraciones, han colaborado  Gabriel Betancor Quintana, de la Fedac, José Antonio Pérez Cruz y Ana Fornier Marrero. Los nombres de todos los colaboradores pueden verse en el capítulo de Agradecimientos, al final del libro. 

 

Muchas gracias, doña Carmen, por su presencia hoy aquí, que nos honra a todos. Usted me aportó en anteriores visitas datos personales muy valiosos acerca de sus sobrinos nietos y nos envió fotos muy significativas que han ilustrado bellamente el libro. Agradezco mucho que esté con nosotros don Francisco Cases, nuestro obispo diocesano,  siempre presente en los actos culturales.  Felicito a don Carlos Gaviño de Franchy y  a su hija Claudia por su excelente trabajo en la maquetación, ilustración y edición del libro. 

 

No quisiera terminar sin hacer mención de mi hermano Francisco que falleció el pasado 13 de enero, precisamente en el Hospital de Gran Canaria Doctor Negrín. Él era médico y tenía bastante información del insigne doctor Juan Negrín. En mi familia, como en la de Negrín, ha habido un hermano médico y otro cura. Paco y yo nos respetábamos y nos queríamos mucho, como Juan y Heriberto. Mi hermano Paco se alegró de que yo escribiera y publicara este libro. Me preguntaba frecuentemente sobre la vida de la familia Negrín, principalmente en el exilio. Desgraciadamente no lo ha podido ver editado. Tampoco he llegado a tiempo para escribir una dedicatoria en memoria suya, en la primera página del libro, porque ya se estaba imprimiendo. Hoy, en esta presentación, se lo dedico con estas palabras: “A mi querido hermano Paco, buenísima persona y excelente y ejemplar profesional de la medicina”.

 

Muchas gracias por su presencia y atención.