Sabrina Grillo , profesora en Filología hispánica en la Universidad de Artois (Francia), es autora de una tesis doctoral sobre Juan Negrín en diciembre de 2017
Por Sabrina Grillo
El azar hizo que Negrín naciera el mismo año que Franco en 1892 pero murió en 1956, casi veinte años antes que el Caudillo, sin haberle dado tiempo siquiera expresarse públicamente en cuanto a sus detractores. De Negrín se ha dicho que entregó España a Stalin, que tuvo un papel en la desaparición del “oro de Moscú” y que quiso prolongar inútilmente la guerra de España. A sabiendas de esa fama, accedí a los archivos de la Fundación Juan Negrín de Las Palmas de Gran Canaria con muchas ganas de descubrir algo sobre la historia de Negrín. El haber descubierto distintos documentos, textuales y fotográficos, me convenció de la necesidad de analizar esas fuentes de primera mano. Estudiar la memoria de Negrín, su percepción y su interpretación de la historia no era una tarea nada fácil, nada más que por la cantidad descomunal de documentos que conservó Negrín durante toda su vida. Últimamente, se asistió en España a un cambio en la manera de acceder y de representar el pasado privilegiando el nivel micro histórico a través de nuevos soportes. A principios del siglo XXI, la memoria de las víctimas republicanas todavía no estaba al orden del día como señalaron en su momento los especialistas Jacques Maurice o Josefina Cuesta por ejemplo. Pero, desde 2007, con la « Ley de Memoria Histórica », se ha iniciado un proceso que reconsidera aquella memoria con una nueva sensibilidad a la vez política, estética y también cultural con respecto a la memoria de la IIa República y de la guerra civil. Tanto las investigaciones de los especialistas (Paul Preston, Ángel Viñas, Enrique Moradiellos, Santos Juliá, Julio Aróstegui entre otros) como las obras literarias (Soldados de Salamina de Javier Cercas por citar solo un ejemplo) o cinematográficas se preocuparon por la rehabilitación de los vencidos e intentaron entender los efectos subjetivos de la guerra yendo al encuentro de los testigos para romper el silencio. En ese contexto, mi intención era contribuir, modestamente, al estudio de uno de los protagonistas de aquel periodo, algo olvidado, pero que sin embargo ha llamado la atención en el mundo académico los últimos años. Mi investigación quería cruzar lo político con lo subjetivo con esa nueva dinámica de la escritura de la historia que le da importancia a la (re)construcción afectiva, de allí mi elección de tratar de las formas de expresión de la subjetividad de Negrín a partir de distintos soportes : parte de su correspondencia (1931-1937), sus memorias y miles de fotos. En ese corpus heterogéneo, encontré huellas de la búsqueda de apoyos en el extranjero antes de que la República se dirigiera a la URSS. He medido la actuación diplomática de Negrín en su intento de conseguir apoyos financieros y materiales para luchar en la guerra y encontrar una solución a la situación provocada por el Pacto de No Intervención. Ya en los años 1930, sea en la correspondencia privada, sea en la correspondencia profesional, sus preocupaciones en torno a la bolchevización del PSOE se acentuaban. En sus memorias, la política, la gestión de la guerra y sus efectos en el pueblo español y también el “caso Nin”, federaban en su texto unas reflexiones rectificadoras de la historia oficial cuando Negrín no se autocriticaba. Entre la correspondencia de los años 30 y sus memorias de 1956, es evidente la permanencia de las preocupaciones de Negrín que no se vale de sus memorias como tentativa cobarde de atacar en un último intento los fallos de la bolchevización del PSOE sino que ya al principio de su vida política, como lo testimonia su correspondencia, Negrín se había opuesto a aquello. Por fin quise encontrar una manera de colmar los huecos de sus memorias inacabadas y por ello exploré la(s) mirada(s) de Negrín entre los miles de fotos analizándolas a partir de un análisis de contenido, como si fueran una especie de diario personal. Aunque Negrín tardó en escribir para intentar defenderse, pronto conservó fotos y él mismo se convirtió en fotógrafo, cosa que no deja de sorprendernos cuando sabemos que a él no le gustaban que le fotografiaran. En el corpus destaqué el año 1939 como una verdadera ruptura en ese diario iconográfico: cuanto más Negrín se alejaba de lo político, más fotos hacía de los suyos en lo que fue su segunda paternidad con la educación de sus nietos en Francia. Recientemente, la película Ciudadano Negrín apareció como la respuesta fílmica a esa nueva forma de escribir la historia al privilegiar la dimensión de lo íntimo para intentar captar la “verdad”. El acierto de esa película, aunque algunos hayan podido criticar esa perspectiva, es que dio un salto hacia adelante en el conocimiento de Negrín entre los españoles. Mi investigación pretende ofrecer a los historiadores, a los especialistas, la perspectiva de la subjetividad y espero que puedan aportar algunos datos empíricos sobre Negrín.