La Fundación Juan Negrín reúne en un volumen textos, comunicaciones y cartas sobre la labor del médico canario en el Laboratorio de Fisiología y en la Facultad de Medicina de Madrid
La Fundación Juan Negrín (FJN) presenta “Instruir e Impulsar, Juan Negrín”, una monografía que reúne por primera vez en un solo volumen textos, comunicaciones y cartas que describen la faceta científica del médico y político grancanario, de la mano de discípulos -uno de ellos es su hijo mayor-, colegas, colaboradores y otros autores.
Con la publicación de estos textos, que en muchos casos son inéditos, y la inauguración el próximo 2 de febrero de la exposición “El compromiso científico de Negrín”, la Fundación Juan Negrín se suma a las celebraciones del primer centenario de la creación en el curso 1916/17 del Laboratorio de Fisiología de la Junta de Ampliación de Estudios, en la Residencia de Estudiantes de Madrid.
«Instruir e impulsar” es también un homenaje a todos los colaboradores y discípulos del laboratorio y es un reconocimiento, en particular, a los canarios que participaron en ella, según ha señalado el presidente de la FJN, José Medina Jiménez.
Algunos de los textos incluidos en este volumen fueron recopilados por el neurólogo Juan Negrín Fidelman, hijo mayor de Negrín, con la intención de publicar un libro sobre su padre que jamás vio la luz.
Tras su muerte en 2002, el borrador quedó en poder de la Fundación, que ahora ha seleccionado los textos relativos a la faceta científica de Negrín para incluirlos en la monografía “Instruir e impulsar”.
Desfilan por estas páginas nombres de colegas extranjeros tan ilustres como el profesor Walter B. Cannon, de Harvard; se describen anécdotas como la del café canario de Negrín, que se servía en el laboratorio y al que asistían los científicos pero también Juan Ramón Jiménez u Ortega y Gasset; se habla de su papel al frente de la construcción de la Ciudad Universitaria de Madrid o se transcribe correspondencia inédita.
Los escritos de discípulos y colegas retratan el entusiasmo que reinaba en el laboratorio y “el clima investigador” que el fisiólogo canario imprimía al ambiente, según expresión de Francisco García Valdecasas.
Severo Ochoa, el canario José Domingo Hernández Guerra, Grande Covian o José Mª Corral forman parte, entre otros, de la escuela que inició Negrín, y que se puede atisbar a través de los escritos incluidos en esta monografía, en muchos casos, testimonios de absoluta primera mano.
Trece capítulos, incluida la introducción, redactados por personajes como José Puche que terminaría su brillante carrera en México, el propio Juan Negrín Jr., Rafael Méndez, el canario Francisco Hernández Guerra o el francés Luis Camille Soula, entre otras aportaciones, componen el puzle de lo que significó Negrín para la ciencia en España.
Con la publicación de esta obra y la exposición que se inaugura el 2 de febrero, la Fundación Juan Negrín cierra el círculo que se inició hace 20 años con la aprobación por parte del Parlamento de Canarias de la denominación “Doctor Negrín” para el nuevo hospital general de Gran Canaria en reconocimiento a su condición de maestro de destacados fisiólogos, creador de una escuela con proyección internacional e impulsor de la modernización de los estudios de Medicina desde la secretaria de la Facultad y su cátedra de Fisiología de la Universidad Central de Madrid.
El libro, que contiene también breves biografías de colaboradores, discípulos y colegas, sirve de catálogo a la exposición “El impulso científico de Negrín”.
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Documentación:
La Junta de Ampliación de Estudios nace en 1907, como creación de la Institución Libre de Enseñanza, de Giner de los Ríos. Los dos objetivos fundamentales de la JAE es enviar universitarios a ampliar estudios en el extranjero (son los pensionados) y crear centros de investigación en España, según recoge Carlos Corral Corral en su libro “El doctor Juan Negrín y el Laboratorio de Fisiología de la Junta de Ampliación de Estudios (1916-1936), publicado por la Fundación Juan Negrín en 2008.
Negrín, que se ha formado como fisiólogo en Alemania, es reclamado por Santiago Ramón y Cajal (Premio Nobel en 1906) para poner en marcha el Laboratorio de Fisiología en el que, entre otros, se formaría el Nobel Severo Ochoa (Premio Nobel en 1959).