En la fotografía, ofrenda floral en la estatua a Juan Negrín, en la calle Triana de Las Palmas de Gran Canaria. Año 2011. Depositan el ramo José Miguel Pérez (izquierda) y José Medina Jiménez.
El historiador y actual vicepresidente del Gobierno de Canarias, José Miguel Pérez García, escribió este artículo para su publicación en la prensa con motivo del traslado del Archivo Negrín a Gran Canaria.
Juan Negrín López nació en Las Palmas de Gran Canaria en 1892 y falleció en París en 1956. Durante mucho tiempo su persona fue sometida a un implacable denuesto. Fue demonizada y atacada desde múltiples frentes. Hace ya años sin embargo que la historiografía ha colocado las cosas en su sitio. Al despejarse muchas incógnitas derivadas de afirmaciones sin contenido en las fuentes históricas o en vacíos de conocimientos que no se colmaron, la figura de aquél canario Presidente del Gobierno de la II República cobró un relieve muy distinto. Para Juan Marichal la sentencia era contundente “En pocos hombres de la historia europea del último siglo y medio se ha dado –como en el Dr. Negrín- una fusión semejante de inteligencia y carácter, de entrega moral y capacidad intelectual”.
Negrín fue hijo de una floreciente y burguesa familia isleña. Concluido el Bachillerato en Canarias, marchó a Alemania en 1906 para estudiar Medicina, doctorándose seis años más tarde tras realizar también estudios de Química y Economía. En Leipzig fue profesor universitario y realizó trabajos de investigación con relevantes figuras de la fisiología europea. En el ambiente innovador que cambió a fondo las concepciones más tradicionales de la medicina encontró el estímulo para una dedicación poco frecuente dentro de la misma. Por entonces se pugnaba por la sustitución del viejo paradigma que situaba a la lesión en el centro de la actividad médica (donde no hay lesión no hay enfermedad). En su lugar aparecía una diferente consideración de la enfermedad. Ésta no consistiría tanto en la lesión como en los desarreglos en un determinado órgano. En España, también llegaron los aires renovadores y encontraron su máximo exponente en Ramón y Cajal. Fue éste quien garantizó el regreso de Negrín y su inclusión en la tarea científica en nuestro país.
De forma muy somera la contribución científica de Negrín podría resumirse en las principales líneas de acción que llevó a cabo: de un lado, mantuvo sus líneas de investigación anteriores estudiando las relaciones entre las glándulas suprarrenales y el sistema nervioso central. Desarrolló también la investigación aplicada tanto en la creación de instrumental científico como en la obtención de concentrados vitamínicos. Junto a su relevante tarea docente, impulsó y orientó a muchos discípulos entre los que se encontraban figuras como Severo Ochoa, Grande Covián, Hernández Guerra o García-Valdecasas.
Su acceso a la militancia política tuvo mucho que ver con su propia formación profesional: no disociaba el avance científico del progreso político. En sus años jóvenes tuvo simpatías en Canarias por el republicanismo federal y luego por la socialdemocracia alemana. En 1929 se afilió al PSOE. Vio en ese partido la fórmula más eficaz para acercar a España al progreso europeo y sustentar la República como Estado-instrumento para cambiar la realidad social y política. En 1931 llegó a las Constituyentes como diputado por Las Palmas. Mantendría el escaño en el 33 por Madrid y en el 36 de nuevo por la provincia isleña. En 1936 fue nombrado Ministro de Hacienda en el Gobierno presidido por Largo Caballero. Posteriormente Azaña le nombraría Presidente del Gobierno. A partir de aquí se despliega buena parte de una leyenda que durante muchas décadas le mandó a las sombras. La polémica sobre los fondos del tesoro; su propio nombramiento como Presidente del Gobierno por Azaña; las relaciones con el resto de las fuerzas republicanas; sus estrategias por insertar la guerra de España en el inminente conflicto que desata la 2ª Guerra Mundial o las posteriores relaciones con el exilio.
Todos estos trayectos han sido recorridos y aún los serán con nuevas indagaciones. En todo caso, nos encontramos ante una personalidad excepcional cuyo compromiso con su país está hoy fuera de dudas, al tiempo que lo resumen admirablemente las palabras de uno de sus discursos pronunciados en momentos muy dramáticos: “En España, hemos heredado una magnífica historia ( ). La Historia es un conjunto dinámico del que somos un eslabón. Hemos heredado nuestra historia no para contemplarla y conservarla, sino para merecerla, legándola superada a la posteridad. Cada generación tiene su tarea. No por ser ímproba la nuestra estamos exentos de entregarnos a ella».
En el legado documental que ahora llega a España comprobamos que Negrín lo intentó.