Pie de foto: Nicolás Díaz Chico (izquierda) y José Miguel Pérez, durante la conferencia.
El Nobel Severo Ochoa y el fundador de la nutrición moderna, Francisco Grande Covian, son los discípulos más conocidos de la amplia nómina de científicos que se formaron en el Laboratorio de Fisiología de Juan Negrín entre 1916 y el principio de la guerra.
El catedrático de Fisiología de la ULPGC Nicolás Díaz Chico ha protagonizado los actos del 125 aniversario del nacimiento de Negrín (Las Palmas de Gran Canaria, 3 de febrero de 1892- París, 12 de noviembre de 1956), con una conferencia que recorrió la carrera científica del que sería pocos años más tarde jefe de gobierno de la 2ª República española.
Díaz Chico (Fasnia, Tenerife, 1949), investigador de larga y destacada trayectoria, señaló que la figura de Negrín “apabulla” como político y como científico.
Como había hecho el catedrático de Historia Contemporánea José Miguel Pérez, encargado de su presentación este viernes en la sede de la Fundación Juan Negrín de Las Palmas de Gran Canaria, Díaz subrayó la relevancia de la llamada Edad de Plata (1906-1936) de la ciencia y la cultura españolas.
Negrín es uno de los principales protagonistas de esta época, descrita por el conferenciante como “extremadamente interesante” desde el punto de vista intelectual. “En el primer tercio del siglo se gestaron cambios conceptuales que alimentaron la ciencia y el progreso de todo el siglo XX”. Hasta la llegada de internet no hubo una revolución igual, apuntó
Negrín se forma como médico en Alemania a principios del siglo XX. En el Instituto de Fisiología de la Universidad de Leipzig se especializa con Theodor von Brücke, uno de los fisiólogos más destacados del momento.
“Brücke se fijó en un muchacho canario preguntón y lo llevó a su laboratorio”.
La primera guerra mundial obliga a Negrín a regresar a España y permite que Santiago Ramón y Cajal (Nobel de medicina en 1906) lo fiche para dirigir el nuevo Laboratorio de Fisiología, de cuya creación en 1916 se acaba de cumplir el centenario.
Esta operación es posible en el contexto de la Junta de Ampliación de Estudios -antecedente del actual Consejo Superior de Investigaciones Científicas-, que se pone en marcha en 1906 y preside Ramón y Cajal. El objetivo es enviar a jóvenes científicos a formarse por toda Europa, después se crea el laboratorio de Negrín en la Residencia de Estudiantes.
“Siempre hubo cierta miseria, pero para un país que entonces destina un 1% de su presupuestos a educación, es un milagro”, señaló Díaz Chico.
En 1916 Juan Negrín tiene 24 años, prestigio internacional como fisiólogo y habla varios idiomas. Es un hombre “muy culto” que transfiere “su enorme bagaje a las personas de la residencia”. Aporta al laboratorio, además, su legendaria biblioteca, que “impresiona para la época”.
El café de Negrín, una tertulia que reunía a los alumnos del laboratorio con otros residentes, y en la que se mezclan científicos con artistas para hablar de “lo divino y lo humano” es otra de las notas del fresco que dibujó el catedrático de la ULPGC.
Su participación en el Congreso de Fisiología de París de 1920 junto a algunos de sus discípulos, inventos como el estalagmógrafo, un aparato de laboratorio, o sus estudios sobre la adrenalina fueron descritos por Díaz Chico durante su intervención en la Fundación Juan Negrín.
Destacados científicos como el malogrado José Domingo Hernández Guerra, -nacido en Tejeda en 1897, murió a los 35 años de un aneurisma- , Sacristán, García Valdecasas, José María del Corral y Rafael Méndez, entre otros, y además de los ya citados Ochoa y Grande Covián se forman en el laboratorio.
Casi todos ellos “llegaron a tener publicaciones de más categoría” que Negrín: la generosidad con sus alumnos es una de las características del fisiólogo canario que “nunca quiso figurar en las publicaciones de sus discípulos”.
En 1922 fue nombrado secretario de la Facultad de Medicina de la Universidad Central de Madrid y colabora en la Junta para la construcción de la Ciudad Universitaria. “Seguramente su legado más preciado fue el diseño, la planificación y la supervisión de la Ciudad Universitaria”, en palabras de Nicolás Díaz Chico.
Posteriormente, cuando asume primero un ministerio y después la presidencia del gobierno, coloca a algunos de sus discípulos en puestos clave, como es el caso de Rafael Méndez, a quien nombra director general de Carabineros. Son los hombres en quien confía.
“Nunca buscó su gloria personal”, apuntó el catedrático, quien subrayó que ésta le vino por la excelencia de la formación que ofreció a sus discípulos y la carrera que ellos desarrollaron después.