HomeNoticiasFundaciónOperación Péndulo

Operación Péndulo

Por Floren Dimas Balsalobre

 

En noviembre de 2014, el investigador murciano Floren Dimas Balsalobre visitó la Fundación Juan Negrín, en Las Palmas de Gran Canaria, para consultar el Archivo Negrín en busca de documentación sobre la Base Naval de Cartagena. En este artículo que reproducimos Dimas prosigue en su empeño en desvelar el papel de la flota naval republicana durante la guerra. Ahora se trata de la Operación Péndulo, un audaz plan concebido para romper el bloqueo de los puertos de Gijón y Santander.

Protagonistas:

Fuerzas republicanas: Destructores “Ciscar” y “José Luís Díez”

Fuerzas rebeldes: Crucero “Cervera” y bous armados “Galerna”, “Júpiter” y “Ciudad de Palma”

Fechas: 9 al 11 de agosto de 1937

Sector de actuación: entre 30 millas al W. de Gijón y el meridiano de Santander

Situación: 

A mediados de agosto de 1937, el Frente Norte republicano se limita a la estrecha franja comprendida entre Gijón y Santander, teniendo a sus espaldas la cordillera Cantábrica, habiendo caído en mayo en poder de los franquistas la ciudad de Bilbao, con su enorme potencialidad metalúrgica e industrial y quedando como única vía de suministro el transporte marítimo hacia estos dos puertos, únicos capaces de permitir fondear buques de gran calado.

El Comité de No Intervención (CNI). Con el Tratado de No Intervención (TNI), a partir del 20 de abril de 1937, los buques con pertrechos no militares con destino a puertos republicanos, debían ser previamente visados y documentados por agentes del CNI en puertos preestablecidos por las potencias fuera de España.

Mostrando el pabellón del CNI, esto buques estaban autorizados a navegar y entrar en puertos republicanos sin ser interferidos –teóricamente- por la autodenominada Flota de Bloqueo franquista hasta llegar a tres millas de la costa, límite de las aguas jurisdiccionales republicanas, hasta donde algunas veces los buques ingleses del CNI escoltan a los cargueros (especialmente los de bandera británica o fletados por empresas de ese país). A partir de ese punto la escolta se detiene y los mercantes emprenden una carrera a toda velocidad hacia el puerto, momento aprovechado por la flota franquista para intentar capturarlos o hundirlos. 

 

No obstante los buques sin bandera del CNI en aguas internacionales bajo pabellón extranjero, según el derecho marítimo internacional debían ser respetados por los contendientes, aunque no llevasen escolta ni mostrasen el distintivo del CNI, pero la Flota de Bloqueo, ante la mirada indiferente de los barcos del CNI, procede ante la menor oportunidad a abordarlos aunque se encuentren en aguas internacionales (lo que según las leyes del mar constituye un acto de piratería) procediendo a confiscar los buques o a apropiarse de su carga, obligándoles a atracar en un puerto rebelde.

Aunque cuantitativamente la flotilla republicana (dos destructores y dos submarinos) es más numerosa que la rebelde (un crucero pesado, un viejo destructor en reparación y cuatro bous armados), en la práctica y con tan solo un crucero, el “Cervera”, es superior en potencia de fuego a la flotilla leal por su artillería en número y calibre, su blindaje y una velocidad solo algo inferior a la de los destructores contrarios, 28 frente a 33 nudos, los cuáles solo tienen alguna posibilidad de éxito actuando de noche y atacando con torpedos, considerando que los submarinos apenas tienen capacidad ofensiva por la escasez de torpedos, baja velocidad y escaso tiempo de inmersión.

Mañana del 9 de agosto. Detrás de la línea del horizonte, varios buques mercantes con diferentes banderas y con destino al puerto de Santander, se encuentran concentrados al pairo buscando la protección de un buque de la Royal Navy, ante la proximidad amenazadora del crucero “Cervera” que merodea esperando el momento en que alguno abandone la zona de espera e intente dirigirse a la costa, con o sin escolta. Tres de aquellos mercantes son republicanos que navegan bajo bandera falsa tratando de burlar el control del CNI, transportando importantes cargamentos de munición y pertrechos. A 90 millas hacia el Oeste, cerca de Gijón, el buque-tanque de CAMPSA “Elcano” procedente de Cartagena, es angustiosamente reclamado por las fuerzas republicanas al borde del colapso por falta de combustible.

Un plan audaz. El estado mayor de las Fuerzas Navales del Cantábrico con sede en Santander, ha planeado un audaz plan que podría romper el bloqueo y permitir que los buques, o al menos una parte de ellos, consigan llegar a puerto sin sufrir daños ni ser capturados, burlando la vigilancia de los dos patrulleros rebeldes que controlan los accesos al puerto de Gijón y otros dos, el de Santander, mientras el crucero “Cervera” se mantiene a distancia intermedia en expectación de poder intervenir donde sea necesario. Se trata del juego del gato y el ratón, sirviéndose de la superior velocidad y potencia de fuego superior de los destructores, actuando contra las dos flotillas de patrulleros rebeldes por separado, si estos no cuentan con la protección del “Cervera”.

Para ello disponen de dos modernas unidades, el destructor “Ciscar” de reciente construcción, al mando del alférez de navío Juan Antonio Castro Izaguirre, de probada lealtad republicana y de su gemelo el “José Luís Díez”, recientemente reparado en Inglaterra y mandado por el teniente de navío Evaristo López, de dudosa lealtad pero vigilado de cerca por el asesor soviético Kruneykh.

A las 18:00 h. del 9 de agosto parte de Santander el “Ciscar”, haciéndolo el “JL Díez” seis horas más tarde. Hecha la noche, el “Ciscar” navega en oscurecimiento hacia el oeste de Gijón, rumbo a la última marcación obtenida de la situación del “Cervera” comunicada por los semáforos de la costa, con el objeto de llamar su atención y distraerle de su vigilancia de apoyo a las dos flotillas rebeldes.

Al alba del día 10, el “Cervera” avista al “Ciscar” e inmediatamente inicia su persecución para situarlo dentro del alcance de su artillería de ocho piezas de 152 mm. frente a los cuatro cañones de 120 mm y menor alcance del buque republicano, que pese a estar equipado con seis tubos lanzatorpedos, solo dispone de cuatro proyectiles reservados para el combate nocturno. Lanzado a 28 nudos el crucero en dirección al destructor, este comienza a dar grandes zigzagueos para dificultar el centrado de la puntería enemiga metiendo velocidad de 33 nudos para no entrar entrar en el capo de tiro del crucero, manteniéndolo siempre a distancia hasta que, de pronto, observan que el crucero abandona la persecución y se pierde con rumbo Este, alejándose de la costa hacia la que se dirige el destructor, que intuyendo lo que ha sucedido cesa en sus maniobras evasivas y entra finalmente al puerto del Musel (Gijón).

Mientras tanto, el “JL Díez” zarpa de Santander en plena noche rumbo N.E., hacia la posición cercana en la que se encuentran los mercantes buscando el amparo del buque de guerra inglés bajo enseña del CNI, para no ser abordados por los patrulleros que no les pierden de vista.

Navegando a toda máquina, a las 10:00h el “JL Díez” avista a los mercantes y alejados de estos, a los dos patrulleros rebeldes que nada más identificar la gran bandera de combate desplegada por este emprenden la huida, mientras por radio piden ayuda al “Cervera” ocupado en perseguir inútilmente al “Ciscar”, abandonando su persecución para acudir en ayuda de los patrulleros, ya que el “Galerna” y su acompañante rehúsan combatir por su inferioridad manifiesta ante el destructor republicano. En consecuencia, libres ya de los buque de bloqueo, los cargueros inician su aproximación al puerto de Santander a toda máquina escoltados por el “JL Díez”, entrando sin novedad en el puerto entre los vivas de la muchedumbre que se agolpa en las orillas de su enorme bahía. Mientras tanto el semáforo marítimo de Cabo Mayor detecta en el horizonte la lejana silueta de un buque que se aproxima rápidamente, siendo identificado como el “Cervera”, que –de nuevo- llega demasiado tarde. El buque del CNI se ha quedado solo en altamar.

A las 08:00h del día 11, el “Ciscar” sale de Gijón en avante toda al encuentro de los patrulleros rebeldes “Júpiter” y “Ciudad de Palma” inferiores en armamento, velocidad y sin blindaje, que no obstante entablan un valiente duelo artillero con el destructor, siendo alcanzado el “Júpiter”, momento que aprovecha el buque de CAMPA “Elcano” -en espera en aguas internacionales- para entrar sin problemas en el puerto gijonés del Musel.

A las 12:50h y con Santander a la vista, el “Cervera” recibe la llamada de auxilio del “Júpiter” e invierte de nuevo el rumbo para dirigirse a Gijón a cuya altura llega a mediodía. Mientras, el “Ciscar” mantiene combate con los patrulleros hasta que aparece el “Cervera” y abandona el fuego para refugiarse en Gijón protegido por las baterías de costa, ante lo cual el “Cervera” navega de nuevo a toda máquina hacia Santander a donde llega a las 14:50h, para intentar mantener el bloqueo pese a los daños sufridos por su maltrecha flotilla de patrulleros, esperando la llegaba de nuevos mercantes con destino a la costa republicana.

Durante dos días el “Cervera” efectúa cuatro viajes frenéticos entre Gijón y Santander persiguiendo a los destructores republicanos, mientras estos de forma independiente y coordinada, consiguen liberar a los mercantes de ser capturados por los patrulleros escoltándolos indemnes a puertos leales.

La conclusión. Las características del crucero “Cervera”, excepto en velocidad, supera con mucho a la suma de los destructores republicanos, que únicamente le aventajan en el combate nocturno al torpedo, como sucedió en el combate de Cabo de Palos con el hundimiento del crucero “Baleares”, a lo que hay que sumar los cuatro patrulleros artillados que pese a su escaso andar, sirven a la misión de abordar o hundir los buques mercantes que se les resistan, bajo la vigilante protección del “Cervera”. Con esta pequeña flota se consigue un bloqueo no total pero sí efectivo, privando a la zona leal cántabra de toda clase de suministros, tanto militares como de alimentos para la población civil.

Con el éxito de la “Operación Péndulo” se demuestra la capacidad de combate de la Flota Republicana cuando no es entorpecida por los sabotajes o la traición de sus mandos, logrando mediante una ingeniosa maniobra de engaño la llegada de abundantes pertrechos y de combustible a su destino, material que apenas se consigue distribuir entre las unidades republicanas en medio del caos de la gran ofensiva rebelde, que culmina con la entrada en Santander de las tropas italianas el día 26 de agosto de 1937.

HOMBRES Y BUQUES

BUQUES REPUBLICANOS

Jefe de las FNC, capitán de navío Valentín Fuentes

Comandante del “Ciscar” alférez de fragata Juan Antonio Castro Izaguirre

(Asesor soviético a bordo: capitán de navío Aleksandrov A.P., asesor jefe de las FNC)

Comandante del “JL Díez” teniente de navío Evaristo López

(Asesor soviético a bordo: Kruchenykh, experto en submarinos)

BUQUES REBELDES

Comandante del “Cervera” Capitán de navío Manuel Moreu

Comandante del “Ciudad de Palma” Álvaro Urzáiz

Comandante del “Galerna” capitán de corbeta Saturnino Suances

Comandante del “Júpiter” capitán de fragata Ángel Jáudenes Bárcena

Fuentes:

Willard C. Frank Jr. “Marinos soviéticos con la flota republicana durante la guerra civil”.

Causa 703 Fondo de causas de la guerra civil. Archivo Naval de El Ferrol

 “La guerra silenciosa y silenciada”. Almirantes hermanos Moreno Ed. de los autores. Madrid 1998

Neutralidad benévola. El Gobierno británico y la insurrección militar española de 1936 .Moradiellos, Enrique. Oviedo 1990: Colección El Basilisco, Ed. Pentalfa

Autor: Floren Dimas Balsalobre ®

Lorca, 9 de septiembre 2020