La profesora e investigadora abre el ciclo de conferencias organizado en el marco del proyecto expositivo “Ni a tontas ni a locas. Mujeres singulares en los entornos de Negrín”
“Las mujeres republicanas de mi familia no alcanzaron prestigio ni fama, pero participaron en esa trama que permitió el triunfo de los ideales republicanos; la que sufrió la amargura de la derrota, siguió adelante y se reinventó con el franquismo”.
La profesora y doctora en Historia Contemporánea Josefa Otero Ochaíta abrió este viernes 7 de febrero el ciclo de conferencias organizado por la Fundación Juan Negrín en el marco del proyecto expositivo “Ni a tontas ni a locas. Mujeres singulares en los entornos de Negrín”, con una charla sobre sus dos primeras novelas históricas, que ha publicado en editorial Pigmalión. En ellas relata la historia de su propia familia, republicana, durante los años de la República, la guerra y después, la posguerra, en plena dictadura.
En Lo que no me contó, la primera de sus dos novelas, Antes de mis recuerdos, la segunda, y una tercera que está en camino, Otero relata la historia de su abuela María, desde su nacimiento, en 1891, hasta su muerte, en 1975.
La profesora Josefa Otero fue presentada en el acto celebrado en el patio de la Fundación Juan Negrín por la profesora Cristina Martín, asesora histórica de la FJN, y acompañada en la mesa redonda posterior por Rosa Millán, de la Fundación Entredós, quien glosó su trabajo.
A lo largo de la conferencia (que puede escucharse de manera íntegra en el vídeo al final de este post) la profesora Otero explica por qué, tras jubilarse como docente después de 34 años en las aulas, había decidido investigar la historia de su familia.
“Llevaba años intuyendo que la historia que enseñaba en clase era una historia distorsionada, que me faltaban las mujeres, las que constituían los cimientos sobre los que se levanta el mundo; que no me servía añadir una literata, una científica de vez en cuando; que, por mucho que explicara la historia social o económica, era poco más que añadir unos datos estadísticos (…) me faltaba el alma, el aliento que movía todo aquello. En aquel momento fui consciente de que tenía que acercarme de otra manera a los documentos para captar su latido (… ) acercar el foco a la vida de la gente (…) tenía un sentido más profundo si la empleaba con mi propia gente, la que más me importa, mi familia; y empecé por mi abuela María”.
A través de los padrones municipales de Madrid y de otras muchas fuentes, algunas tan pintorescas como el registro de marcas y patentes, la historiadora rescata a protagonistas de la vida cotidiana, gente modesta y real que vive en castizos barrios madrileños entre finales del siglo XIX y las primeras décadas del XX. El padre de María se llamaba Domingo y era jornalero. Vivían en Cuatro Caminos, pero se trasladaron a Lavapiés. En 19 años, Domingo y su esposa tuvieron 1 hijo y 7 hijas.
María, una de las hijas de Domingo, abuela de la profesora Otero Ochaíta, tuvo a Pilar, madre de la escritora, sin estar casada, algo nada escandaloso durante la República. Aunque todo cambió con la dictadura. Tras la derrota, “se declaró viuda de guerra para no significarse, como se decía entonces”.