En la foto, el archivero Carlos Santana Jubells atiende a los medios de comunicación. A la derecha de Santana, la periodista Ángela Navarro, de RNE; y a la izquierda, Alicia Suárez, de la Televisión Autonómica. Detrás, los voluntarios enfrascados en su trabajo.
Desde el pasado 15 de octubre, la Fundación Juan Negrín ha formado a un equipo de trabajadores voluntarios que están colaborando en una primera descripción de los contenidos del fondo documental del científico y estadista canario, último presidente del Consejo de Ministros de la II República en España.
El objetivo de este trabajo preliminar es doble. Por una parte, realizar una primera fotografía panorámica de los contenidos de este importante archivo, esencial para comprender la historia de España en el siglo XX.
Y, por otro lado, fomentar el voluntariado como una fórmula viable de trabajo y cohesión social. La mayoría de los voluntarios son trabajadores jubilados procedentes del ámbito de la educación, pero también gente muy joven recién egresada de las universidades, todos ellos con altas capacidades intelectuales y que están realizando un trabajo inmejorable.
Gracias a su trabajo desinteresado, en un breve plazo de tiempo la Fundación Juan Negrín podrá poner al servicio de todos los usuarios de su archivo un primer sistema de consulta que permita la localización, siquiera somera, de sus contenidos.
A esta fase deberá seguir una segunda etapa en la que dicho sistema de información se irá paulatinamente completando con una descripción pormenorizada de cada documento, cuyo número se estima entre 90.000 y 120.000. Aunque para ello, sí que la Fundación precisará de personal estable y altamente cualificado, al tratarse ésta de una labor muy técnica.
Entre los documentos que están saliendo a la luz en esta primera aproximación, destacan los mapas de campaña originales realizados por el ejército de la República durante de la Guerra de España -muy frágiles bajo un punto de vista de la conservación documental-, o varios centenares de mensajes cifrados remitidos desde el Gobierno de España a sus distintas embajadas a lo largo y ancho del mundo por valija diplomática, cuyo contenido real aún sigue siendo un misterio a la espera de que los especialistas en criptografía histórica puedan acceder a ellos y descifrarlos.