El investigador trabaja en el fondo del padre del doctor Negrín, uno de los empresarios canarios más relevantes de su tiempo
El archivo, en la sede de la Fundación Juan Negrín desde febrero, se compone de 190.000 páginas de historia económica de las islas
El economista e ingeniero José Juan Ojeda Quintana (Valleseco, 1939), que ha iniciado trabajos de investigación en el fondo Juan Negrín Cabrera, padre del médico y estadista republicano Juan Negrín López, estima que el archivo del empresario permitirá -junto a otras fuentes- hacer “una relación de los precios de la tierra en Canarias desde finales del XIX y 1941”.
El fondo de Negrín Cabrera (Telde, 1864 – Las Palmas de Gran Canaria, 1941), que fue uno de los hombres de negocios más relevantes de su época, llegó a Gran Canaria en febrero de este año desde la ciudad de Niza, en Francia, por iniciativa de la Fundación Juan Negrín que lo custodia desde entonces en su sede.
Facturas, libros de caja, correspondencia, escrituras, contratos, pagarés y otros documentos como pólizas de seguro o noticias de embarque, así como notas de pedido y recibos de puertos francos fruto de la labor empresarial de su propietario constituyen “un verdadero archivo de la memoria histórica de Canarias”, en palabras de Ojeda Quintana, autor de varios libros sobre historia económica, experto en la del agua, y ex director financiero del Canal de Isabel II de la Comunidad de Madrid, entre otros cargos.
“Traer el archivo (a Gran Canaria) es un verdadero logro de la Fundación Juan Negrín; es muy importante, aquí se definen precios, compras, ventas y propiedades”, expone el autor de “La Desamortización en las Islas Canarias. Mendizabal y Madoz” (Caja de Ahorros), “La Hacienda en Canarias. 1800 a 1927” (Real Sociedad Económica de Amigos del País) o “El Círculo Mercantil”, en colaboración con Juan Rodríguez Doreste (1904-1988) , alcalde de Las Palmas de Gran Canaria a principios de los 80.
Ojeda Quintana, que ya trabajaba en la figura del empresario antes de la llegada de sus documentos a la Fundación Juan Negrín, explica que Negrín Cabrera fue “un empresario arrojado, honesto, inteligente y trabajador” que “se arruinó varias veces, pero no se quedaba estacionado, él buscaba siempre la solución”.
El padre del que fuera el último jefe de Gobierno de la 2ª República en España nació en Telde en 1864. Su padre era talabartero y la familia vivía en el entorno de la iglesia de San Juan.
Negrín Cabrera fue “un hombre hecho a sí mismo”, que se dedicó a la compraventa de terrenos y al comercio. También ejerció como agente inmobiliario. “En el archivo hay cartas de personajes conocidos – como los Manrique de Lara o los Lezcano de Moya- que delegan en él la venta de sus propiedades, le marcan una cantidad, a veces un precio por fanega, y él tiene una comisión”.
Tuvo un socio, Severo de la Fe Cruz, y propiedades como el cortijo de Cidrón y el de Fagagesto, ambos en Gáldar; tierras en San Lorenzo, que fue municipio independiente hasta 1939, el cortijo de Niebla en Telde, cerca de la sima de Jinámar, terrenos en los arenales de Santa Catalina y casas como la familiar de la calle Buenos Aires, que aún figura registrada a nombre de los Negrín.
La actividad del empresario está ligada también a la historia del agua. Fue directivo de la empresa Sondeos y Explotaciones Hidráulicas de Gran Canaria, una sociedad que tenía un pozo en el Cortijo de Guanarteme y que abastecía al barrio de La Isleta y a los barcos que ya entraban en la nueva dársena. Sondeos y Explotaciones surtió a La Isleta hasta que la compañía inglesa City Water acabó las obras necesarias y se hizo cargo del suministro de agua a toda la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria.
“Sorprende su capacidad de trabajo, aunque todavía hay cosas que no están definidas, el archivo necesita un gran trabajo”, subraya el investigador.
Ex seminarista, Juan Negrín Cabrera fue concejal en 1912 por un partido de derechas. En 1937, poco después del nombramiento de su hijo como jefe de gobierno de la República, fue detenido e ingresado en la prisión provincial de Las Palmas. La intervención de varios médicos logró que lo trasladaran al hospital San Martín, donde seguía preso y pasó pasó periodos incomunicado. Moriría en la Clínica Santa Catalina. Sus propiedades fueron incautadas por la dictadura.